MAQUIAVELO, NICOLÁS
Nicolás Maquiavelo, el secretario florentino, observa en todo momento una de las obligaciones de su cargo: guardar los secretos. Las cartas que escribe a personalidades públicas como Francisco Guicciardini, el cardenal, Julio de Médicis, Piero Soderini o Francisco Vettori se distinguen por un lenguaje elegante y evasivo, con el claroscuro de la ironía, las paráfrasis cultas y las anécdotas estrafalarias. Así, su epistolario traslada para nosotros escenas sustanciosas de la realidad de ese tiempo, punteadas con observaciones morales y filosóficas. Esta selección de cartas nos entrega, pues, el retrato de un hombre con sus estrategias íntimas, su humor agudo y helado, sus afectos familiares y sus audacias públicas. Ahora, a 500 años de que Maquiavelo escribiera El príncipe, una de las más importantes obras del pensamiento político, la vida privada de un privado aguarda en espera de nuevos destinatarios. La comprensión propiamente maquiaveliana, que no maquiavélica, de El príncipe y en general del pensamiento político de Maquiavelo requiere [ ] también de la comprensión de su experiencia vital, de sus ideales humanistas y compromisos políticos, de sus decepciones y esperanzas; en suma, de los motivos profundos que guiaron su pensamiento y acción como excepcional hombre del Renacimiento. Buena parte de esa experiencia vital y esa fuerza anímica la expresó el propio Maquiavelo en su correspondencia personal. Ambrosio Velasco Gómez (autor del prólogo) Maquiavelo, igual que Leonardo y Miguel Ángel, es una de las máximas encarnaciones del espíritu del Renacimiento italiano. La intensidad emotiva, la profundidad intelectual, la pasión estética y la alegría de vivir que asociamos con el arte de ese periodo desbordan de estas páginas. Stella Mastrangelo.