En el reino de Akidavia todo lo rige el poder del emperador. Vinta está llamada desde bien pequeña a ocupar ese lugar en el trono, pero sus poderes aún no han despertado. Lo sabe porque su cabello no se ha tornado blanco todavía. Y también lo sabe el resto del imperio y todos los consejeros, que empiezan a desconfiar de haber escogido bien a la reencarnación del emperador. Vinta es inteligente y lleva mucho tiempo preparándose para este momento, pero empieza a ver como el recelo y la conspiración crecen en los pasillos y a su alrededor. Mientras tanto, en otro lugar del imperio, empieza a cobrar fuerza los rumores de un chico que ha robado una máscara Zaldrim y está empezando a acumular poderes que no le corresponden a un campesino ni siquiera a uno que tenga en su poder una máscara todopoderosa. Su nombre es Kelan y va acercándose a palacio. Cuando los destinos de Vinta y Kelan se crucen el futuro del reino de Akidavia tomará un giro inesperado.