JUAN LUIS OSSA SANTA CRUZ
El objetivo de este libro es contextualizar los cuatro grandes procesos constituyentes de la historia de Chile (1828, 1833, 1925 y 1980) y, a partir de ahí, dar un mayor espesor histórico a la discusión actual. Por "proceso constituyente" se entiende una sumatoria de actos estructurales cuyo objetivo es diseñar y/o cambiar las bases constitucionales de un país mediante diferentes mecanismos, algunos más participativos que otros. Nuestro país ha experimentado muchos momentos de reforma constitucional; sin embargo, fue en esos cuatro procesos que se erigieron los pilares de la arquitectura política chilena. La obra sostiene que los políticos de la década de 1820 compartieron un mismo contexto intelectual, en el que distintas expresiones liberales y republicanas se dieron cita en la Carta de 1828. Se argumenta que las Constituciones de 1833 y 1925 fueron reformas de sus antecesoras, pero que la de 1980 fue concebida como una nueva Carta. Esto quiere decir que los constituyentes del ochenta llevaron adelante una revolución constitucional, la que, entre otras cosas, cortó con casi dos siglos de reformismo gradualista. En efecto, Augusto Pinochet y su círculo cercano dieron por muerta a la Constitución de 1925 y se abocaron de lleno a preparar un texto nuevo (no en su articulado, pero sí en el símbolo), tal y como si lo hubieran hecho desde una página en blanco. Es a este fenómeno que la literatura llama como ilegitimidad de origen, y es este el problema al que nos hemos enfrentado desde que las demandas por una nueva Constitución pasaron a formar parte de la heterogénea lista de exigencias con posterioridad al estallido social de octubre de 2019.